De los condenados de la rutina, de los muertos de la lealtad, de las amargas notas de una despedida, de la ironía de ese sutil cruel desafortunado suceso de existir. Entregados artistas de ese miserable acto, partitura perdida, enlodada lamina con brillo impecable. Oscuridad burlona con sed de venganza encarnada en hombre. Noche sin fin enclavada en tinieblas perpetuas de soledad, inmisericorde tiempo átomo de muerte, tú maldito.
Del despojo de un alma marchita en un intrincado cambio de color, matices dorados del espíritu viviente. En una tarde de luna, simetría de la divinidad. Ignorante dominador de la naturaleza, sucio antecedente del fin de los tiempos, destructor de vida… contemporáneo del mal nacido. Precursor de la hipocresía, sublime destello de luz en el cielo profundo.
Títere de tus instintos en días abstractos de tiempos sin retorno, ápice de las tinieblas. Decadencia anclada en sus corazones podridos.
Adiós, adiós triste suspiro en un rincón del universo.
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